lunes, 31 de agosto de 2009

DECLARACIONES DE FE


1. LAS SAGRADAS ESCRITURAS. La Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y es registro de la revelación que Dios hace de sí mismo al hombre. Es un perfecto tesoro de instrucción divina. El autor es Dios, su fin la salvación y su asunto es la verdad sin ninguna mezcla de error. Revela los principios por los cuales Dios nos juzga; y por tanto es, y será hasta el fin del mundo, el verdadero centro de unión cristiana y la norma suprema por la cual toda conducta humana, credos y opiniones religiosas deben ser juzgados. El criterio por el cual la Biblia ha de ser interpretada es Cristo Jesús.




Éxodo 24:4; Deuteronomio 4:1,2; 17:18,19; Josué 1:7; 8:34; Salmo 19:7-10; 119:11, 105, 140; 2 Samuel 23:2; Proverbios 30:5; Isaías 40:8; Jeremías 15:16; 36:1,2; Mateo 5:17,18; 22:29; Lucas 21:33; 24:44-46; Juan 5:39; 16:13-15; 17:17; 12:48; Hechos 1:16; 17:11; Romanos 2:16; 15:4; 16:25-27; 2 Timoteo 3:15-17; Hebreos 1:1,2; 4:12; 1 Pedro 1:23-25; 2 Pedro 1:19-21; Apocalipsis 22:18,19.







II. EL VERDADERO DIOS. Hay un solo Dios viviente y verdadero. Es un ser personal, inteligente y espiritual; el Creador, Redentor, Conservador y Gobernante del universo, Dios infinito en Santidad y en todas las otras perfecciones. A El debemos el amor más elevado, reverencia y obediencia. El Dios Eterno se nos revela El mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, quienes siendo iguales en toda perfección divina desempeñan oficios diferentes aunque unísonos en la obra de la redención.







A. DIOS EL PADRE. Dios como Padre reina con cuidado providencial en su universo, en sus criaturas y en la corriente de los ríos de la historia humana según los propósitos de su gracia. El es todopoderoso, todo amor y todo sabio. Dios es verdaderamente Padre de todos aquellos que lleguen a ser hijos de El por medio de la fe en Cristo Jesús. El es paternal en su actitud con todos los hombres que han sido salvos.



Génesis 1:1; 2:7; 15:11 y siguientes; Levítico 22:2; Deuteronomio 6:4; 32:6; 1 Crónicas 29:10; Salmo 19:1-3; Isaías 43:3,15; 64:8; Jeremías 10:2-10; 17:13; Mateo 6:9 y siguientes, 7:11; 23:9; 28:19; Marcos 1:9-11; Juan 4:24; 5:26; 14:6-11; 17:1-8; Hechos 1:7; Romanos 1:20; 8:14-16; 1 Corintios 8:6; Gálatas 4:6; Efesios 4:6; Colosenses 1:2,12: 1 Timoteo 1:17; Hebreos 3:4; 11:65; 12:9; 1 Pedro 1:17; 1 Juan 5:7; Apocalipsis 4:8,11.







B. DIOS EL HIJO. Cristo es el Hijo Eterno de Dios. En su encarnación como Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María sin padre humano; Jesús reveló y cumplió plenamente la voluntad de Dios tomando sobre sí mismo las necesidades y las demandas de la naturaleza humana e identificándose completamente con la humanidad; y sin embargo, no tiene pecado. El honró la ley divina con su obediencia personal y en su muerte en la cruz proveyó la redención del hombre; este así quedó redimido del pecado. Fue levantado de entre los muertos con su cuerpo glorificado y apareció a sus discípulos como la persona que había estado con ellos antes que fuera glorificado. Ascendió a los cielos y ahora está exaltado a la gloria de Dios Padre, donde es único Mediador y tiene la naturaleza de Dios y el hombre. El volverá con poder y gloria para juzgar al mundo y para consumar su misión redentora. El ahora mora en todos los creyentes como Señor viviente y omnipotente.



Génesis 18:1 y siguientes; Salmo 2:7 y siguientes; 110:1 y siguientes; Isaías 7:14,53: Mateo 1:18-25; 3:17; 8:29; 11:27; 14:33; 16:16,27; 17:5; 28:1-10,19; Marcos 1:1; 3:11; Lucas 1:35; 4:41; 24:46; Juan 1:1-18,29; 10:30,38; 11:25-27; 12:44-50; 14:7-11; 16:15,26-28; 17:1-5,21,22; 20:1-20,28; Hechos 1:9; 2:22-24; 7:55,56; 9:4,5,20; Romanos 1:3,4; 3:23-26; 5:6-21; 8:1-3,34; 10:1; 1 Corintios 1:30; 2:2; 8:6; 15:1-8,24-28; 2 Corintios 5:18-21; Gálatas 4:4,5; Efesios 1:20; 3:11; 4:7-10; Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:13-22; 2:9; 1 Tesalonicenses 4:14-18; 1 Timoteo 2:5,6; 3:16; Tito 2:13,14; Hebreos 1:1-3a; 4:14,15; 7:14-28; 9:12-15, 23-28; 12:2; 13:8; 1 Pedro 2:21-25; 3:22; 1 Juan 1:7-9; 3:2; 4:14,15; 5:9-12; Apocalipsis 1:13-18; 5:9-14; 12:10,11; 13:8; 19:16.







C. DIOS EL ESPIRITU SANTO. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios. El inspiró a los santos hombres de la antigüedad que escribieron las Escrituras. Mediante la iluminación de él capacita a los hombres que entiendan la verdad; exalta a Cristo, convence de pecado, de justicia y de juicio; llama a los hombres para que acudan al Salvador y efectúa la regeneración; cultiva el carácter cristiano, conforta a los creyentes y les otorga los dones espirituales con los cuales sirven a Dios por medio de su iglesia; El sella al creyente hasta el día de la redención final. Su presencia en el cristiano da la seguridad de que Dios conducirá al creyente hasta que éste adquiera la plenitud de la estatura de Cristo. El ilumina y da poder al creyente y a la iglesia en la adoración, la evangelización y el servicio.



Génesis 1:2; Jueces 14:6; Job 26:13; Salmo 51:11; 139:7 y siguientes; Isaías 61:1-13; Joel 2:28-32; Mateo 1:18; 3:16; 4:1; 12:28-32; 28:19; Marcos 1:10-13; Lucas 1:35; 4:1,18,19; 11:13; 24:49; Juan 4:24; 14:16,17; 15:26; 16:7-15; Hechos 1:8; 2:1-4,38; 4:31: 5:3; 6:3; 7:55; 8:17,39; 10:44; 13:2; 15:28; 16:6; 19:1-6; Romanos 8:9-11,14-16,26,27; 1 Corintios 2:10-14; 3:16; 12:3-11; Gálatas 4:6; Efesios 1:13,14; 4:30; 5:18; 1 Tesalonicenses 5:19; 1 Timoteo 3:16; 4:1; 2 Timoteo 1:14; 3:16; Hebreos 9:8-14; 2 Pedro 1:21; 1 Juan 4:13; 5:16; Apocalipsis 1:10; 22:17.







III. EL HOMBRE. Dios, por su acción directa, creó al hombre a su propia imagen; por lo mismo ésta es la obra culminante de la creación efectuada por Dios. En el principio el hombre era inocente de pecado y estaba investido de libre albedrío por su Creador. Por este libre albedrío el hombre se rebeló en contra de Dios e introdujo el pecado en la raza humana. Mediante la tentación de Satanás, el hombre transgredió el mandamiento de Dios y perdió su inocencia original; por esto su posteridad heredó una naturaleza y un ambiente con tendencia a pecar, y tan pronto como esa posteridad es capaz de realizar una acción moral queda bajo posibilidad de convertirse en transgresora de la ley divina y de sufrir la condenación. Solamente la gracia de Dios puede hacer que el hombre vuelva a estar en santa comunión con Dios. El carácter sagrado de la personalidad humana es evidente; porque Dios creó al hombre a su propia imagen y porque Cristo murió por el hombre; por lo tanto, cada hombre posee dignidad y merece respeto y amor cristiano.



Génesis 1:26-30; 2:5,7,18-22; 9:6; Salmo 1:1; 8:3-6; 32:1-5; 51:5; Isaías 6:5; Jeremías 17:5; Mateo 16:26; Hechos 17:26-31; Romanos 1:19-32; 3:10-18,23; 5:6,12,19; 6:6; 7:14-25; 8:14-18,29; 1 Corintios 1:21-31; 15:19,21,22; Efesios 2:1-22; 3:1-11.







IV. LA SALVACION ES POR LA GRACIA. Creemos que la salvación de los pecadores:



a) es gratuita para todos por medio de la fe en Cristo, b) no depende de obras buenas que el hombre pueda hacer, c) que el único obstáculo para su salvación es la inutilidad inherente en el hombre para efectuar su rescate y el rechazo voluntario de Cristo como el único salvador por parte del ser humano, d) y el rechazamiento que le acarrea condenación agravada.



Isaías 55:1; Romanos 3:24,26; 5:1; Efesios 2:5-8; Gálatas 2:16; Efesios 2:9,10; Tito 3:5; Juan 3:19; 5:40; Romanos 1:28,29; 9:32; Juan 3:18,36; Romanos 5:12; 6:23.







V. REGENERACION. Creemos que la regeneración: a) es un nacimiento nuevo y es obra del Espíritu Santo en el corazón del hombre, b) consiste en dar una disposición sana a la mente, c) se efectúa por el poder del Espíritu Santo y en conexión con la verdad divina; aunque no esté al alcance de nuestra comprensión, consiguiéndose así que voluntariamente obedezcamos al evangelio; y que su propia evidencia se revele en los frutos del arrepentimiento, fe y novedad de vida.



Juan 1:12,13; 3:3,6; Santiago 1:18; Deuteronomio 30:6; Ezequiel 36:26; Romanos 2:28,29; 1 Corintios 2:12,14; Juan 1:13; 3:8; Efesios 1:13; Santiago 1:18; Romanos 12:2; Efesios 5:10,17; Mateo 7:20; Efesios 5:9; 1 Juan 5:4







VI. EL ARREPENTIMIENTO Y LA FE. Creemos que el arrepentimiento y la fe: a) son requisitos indispensables para la salvación, b) que el arrepentimiento es hacia Dios y la fe hacia Cristo Jesús y que están íntimamente relacionados, c) que son la obra del Espíritu Santo en el corazón; y que por medio de ellos el pecador convicto, sinceramente contrito, vuelve a Dios y reconoce a Cristo como su salvador personal, Mediador único y Rey.



Marcos 1:15; Lucas 13:3,5; Juan 3:16, 18,36; Efesios 2:8; Mateo 21:32; Hechos 20:20,21; Hebreos 6:1; Ezequiel 18:31,32; Juan 16:8,9; Efesios 4:21-24; Isaías 55:7; Hechos 16:30,31; Romanos 10:9-11; Gálatas 2:16.







VII. LA JUSTIFICACION. Creemos que la justificación es: a) el gran bien que Cristo asegura a los que tengan fe, b) que incluye tal justificación el perdón del pecado, atribuyéndoles Dios la justicia de Cristo mediante la fe en El, no tomando en cuenta ninguna justicia que hubieran hecho, c) que los introduce a un estado altamente bienaventurado de paz en favor con Dios y hace nuestros, ahora y para siempre, todos los demás bienes que fueron necesarios.



Juan 1:16; Hechos 13:39; Romanos 5:1; Gálatas 2:16; Romanos 3:24,25; 4:5-8; Tito 3:5-7; Hechos 10:42,43; Romanos 4:23-25; 5:8-10.







VIII. EL PROPOSITO DE LA GRACIA DIVINA. Creemos que elección es: a) el propósito eterno de Dios conforme al cual gratuitamente regenera, santifica y salva a los pecadores, b) que estando en perfecta armonía con el libre albedrío del hombre, comprende todos los medios relacionados con el fin, c) que es la más gloriosa manifestación de la soberana bondad de Dios, d) siendo infinitamente gratuita, sabia, santa e inmutable; que excluye eternamente toda jactancia y promueve la humildad, amor, oración, alabanza y confianza en Dios, e imitación activa de su gratuita misericordia, que su certeza se manifiesta por sus efectos en todos aquellos que verdaderamente creen al evangelio, e) que es la base de la seguridad cristiana y que para estar ciertos de dicha elección con respecto a nosotros, requiere y merece la más acendrada diligencia.



Juan 15:16; 2 Tesalonicenses 2:13,14; 1 Pedro 1:2; 2:9; Romanos 8:29,30; Efesios 1:36-6,11; 2 Timoteo 1:9; Romanos 2:4; 9:19-24; Efesios 1:7-9; Romanos 3:27; 1 Corintios 1:30,31; 4:7; Efesios 2:8,9; Romanos 8:28-39; Filipenses 1:6; 2:12,13; 3:12-14.







IX. LA SANTIFICACION. Creemos que la santificación es: a) el proceso por el cual conforme a la voluntad de Dios, somos hechos participantes de su santidad, b) que es obra progresiva, c) cuyo principio está en la regeneración y d) que se efectúa en el corazón de los creyentes por el poder y la presencia del Espíritu Santo, Sello y Consolador, en el ejercicio continuo de los medios establecidos, particularmente la Palabra de Dios, el examen personal, el sometimiento a Cristo, la vigilancia, la oración, el amor interpersonal, el tratar a los demás de la misma manera que esperamos ser tratados, el perdón, y la práctica diaria de los principios de Cristo y e) que llegaremos a su perfección con la purificación de los cuerpos en la segunda venida de Cristo.



2 Corintios 7:1; 1 Tesalonicenses 4:3-7; 5:23; Proverbios 4:18; Filipenses 1:6; 2 Pedro 3:18; Romanos 6:4; Efesios 2:10; Juan 14:16,17; 17:17-19; Efesios 4:30; Romanos 8:23; 1 Corintios 15:51-54; Efesios 1:13,14.







X. LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS. Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin. Aquellos a quienes el Señor ha aceptado en Cristo y ha santificado por su Espíritu Santo, jamás caerán del estado de gracia sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar espiritual, hacen que haya reproches por la causa de Cristo y juicios temporalmente adversos a ellos; sin embargo, serán guardados por el poder de Dios, mediante la fe que produce salvación.



Génesis 12:1-3; Éxodo 19:5-8; 1 Samuel 8:4-7, 19,22; Isaías 5:1-7; Jeremías 31:31 y siguientes; Mateo 16:18,19; 21:28-45; 24:22,31; 25:34; Lucas 1:68-79; 2:29-32; 19:41-44; 22:44-48; Juan 1:12-14; 3:16; 5:24; 6:44,45,65; 10:27-28; 15:16; 17:6,12,17,18; Hechos 20:32; Romanos 5:9,10; 8:28-39; 10:12-15; 11:5-7, 26-36; 1 Corintios 1:2; 15:54-58; Efesios 1:4-23; 2:1-10; 3:1-11; Colosenses 1:12-14; 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Timoteo 1:12; 2:10,19; Hebreos 11:39; 12:2; 1 Pedro 1:2-5, 13; 2:4-10; 1 Juan 1:7-9; 2:19; 3:2.







XI. LA LEY Y EL EVANGELIO. Creemos que enseñan las Escrituras que: a) a ley de Dios es la norma eterna e invariable de su gobierno moral, b) que es Santa, Justa y Buena, c) que la única causa de la incapacidad de cumplir los preceptos de ella, que atribuyen las Escrituras al hombre caído, es la naturaleza pecaminosa de éste, y d) libertarnos de la cual, y restituirnos mediante intercesor a la obediencia de la Santa Ley, es un objeto de los principios propuestos en el Evangelio y también de los medios de gracia relacionados con el establecimiento de la iglesia.



Mateo 5:17; Romanos 3:20,21,31; Salmo 119; Romanos 7:7,12,14; Romanos 8:7,8,16-23; 8:6-8; Juan 14:16,17,26,27; Romanos 8:2-4; 1 Timoteo 1:15.







XII. UNA ASOCIACIÓN VERDADERA. Creemos que una iglesia verdadera de Cristo es: a) una congregación de creyentes en El, bautizados después de una profesión de fe, b) unidos en las doctrinas del Evangelio, comprometidos en mantener las ordenanzas conforme a las Escrituras, c) reconociendo a Cristo como la única cabeza, tomando la Biblia como su única regla de fe y práctica y d) cuyos oficiales bíblicos son pastores, ancianos y diáconos/diaconizas.



Hechos 2:41,42; Apocalipsis 1:4; 22:16; Hechos 14:22,23; 20:6,7; Efesios 4:5,13; Mateo 28:20; 1 Corintios 11:23,24; Colosenses 1:18,19; 2:8-10; Hechos 6:3-6; 14:23; Filipenses 1:1.







XIII. EL BAUTISMO CRISTIANO. Creemos que el bautismo: a) es la inmersión en agua del creyente en Cristo, ejecutado por un administrador idóneo, b) es efectuado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque tal es el mandato, c) que es símbolo de la sepultura y resurrección de Cristo y de la vida del creyente, y d) que es un requisito para gozar de los privilegios de la iglesia.



Mateo 3:13-17; Hechos 8:36-39; 19:3-5; Mateo 28:19; Hechos 2:38,39; 10:47,48; Romanos 6:3-5; 2 Corintios 5:17; Colosenses 2:12; Romanos 6:4.







XIV. LA CENA DEL SEÑOR. Creemos que la Cena del Señor es la segunda ordenanza y a) que consiste en dos especies que son pan sin levadura y vino, fruto de la vid, los que representan respectivamente el cuerpo y la sangre de Cristo, b) que los participantes deben ser creyentes bautizados que tengan la misma doctrina y que se celebra en la reunión de la iglesia, y c) que la Cena conmemora el sufrimiento y la muerte de Cristo hasta que vuelva.



Mateo 26:26-30; Lucas 22:19,20; 1 Corintios 11:26; Hechos 2:41,42; 20:7; 1 Corintios 11:18,26; 1 Corintios 11:23,26.







XV. EL DIA DEL SEÑOR. Creemos que: a) cada séptimo día es el reposo del cristianismo, b) este día será consagrado para Dios y sus propósitos y, por eso, c) el cristiano debe procurar abstenerse de todo trabajo secular que no sea obra de misericordia o de necesidad, d) es una preparación para el descanso que le queda al pueblo de Dios.



Juan 20:1, 19,26; Hechos 20:7; 1 Corintios 16:1,2; Éxodo 20:8; Hechos 20:7; Hebreos 10:24,25; Isaías 58:13,14; Mateo 12; 8-12; Lucas 14:3-6; Éxodo 20:10; Hechos 13:44; Hebreos 4:7-11.







XVI. EL GOBIERNO CIVIL. Creemos que: a) el gobierno civil existe por disposición divina para los intereses y el buen orden de la sociedad humana, b) por los magistrados debemos orar, honrándolos en conciencia y obedeciéndoles, excepto en aquellas cosas que sean opuestas a la voluntad del Señor, único dueño de la conciencia y Príncipe de los reyes de la tierra, y d) debe haber interdependencia de acción entre el Estado y la Iglesia, siendo cada cual útil e importante en su lugar.



Mateo 17:24-27; Juan 19:11; Romanos 13:1-7; Mateo 22:21; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13-17; Hechos 4:18-20; 5:29; Apocalipsis 17:14; Efesios 1:21,22; 1 Timoteo 2:1-5.







XVII. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO. Creemos que: a) Cristo vendrá otra vez en forma personal y visible, b) viene como ladrón en la noche, porque no sabemos ni el día ni la hora, y c) que vendrá como juez porque el día de la salvación habrá pasado.



Mateo 24:30; Juan 14:2,3; Hechos 1:11; Apocalipsis 1:7; Mateo 24:36, 39, 42,44; 25:13; 2 Tesalonicenses 1:6-10; Judas 1:14,15; Apocalipsis 22:12.







XVIII. EL JUICIO FINAL. Creemos que: a) cuando venga Cristo al mundo otra vez se verificará el juicio, el que tiene por objeto premiar al hombre según sus obras que surgen por fe, b) el hacer manifiesto su carácter verdadero y hacer separación entre los redimidos y los perdidos, c) todos estarán presentes en el juicio, y d) de este juicio cada cual irá a su respectivo lugar.



Mateo 16:27; 1 Corintios 3:14; Apocalipsis 20:12,13; 22:12; Mateo 25:32-34; 13:41-43; Judas 1:15; Mateo 25:31,32; Romanos 14:10; 2 Corintios 5:10; 2 Tesalonicenses 1:6-10; Apocalipsis 14:9-11; 20:13-15.







XIX. EL CIELO Y EL INFIERNO. Creemos que hay dos lugares en que los hombres habrán de morar después de esta vida: a) los redimidos vivirán con Cristo en el cielo, b) los perdidos existirán en el infierno con el diablo y sus ángeles, y c) tal existencia, sea en el cielo o sea en el infierno, será eterna.



Mateo 25:34; Juan 14:1-6; Apocalipsis 7:9-15; 21:1-7; Mateo 25:41,46; Lucas 16:22-24; Filipenses 1:20-23; Apocalipsis 14:10,11; 20:10; Isaías 33:14,16; Daniel 12:2; Mateo 18:8; 25:46.







XX. MAYORDOMIA. Creemos que Dios es la fuente de todas las bendiciones temporales y espirituales; todo lo que tenemos y lo que somos se lo debemos a El. Los cristianos tienen una deuda espiritual con el mundo entero, un depósito santo en el evangelio, y una impelente mayordomía de sus posesiones. Por tanto están bajo la obligación de servir a Dios con su tiempo, sus talentos, y sus posesiones materiales; deben reconocer que todo esto les ha sido confiado a fin de usarlo para la honra y la gloria de Dios y para ayudar a otros. De acuerdo con las Escrituras, los cristianos contribuyen regular y sistemáticamente, de manera proporcional y liberal, para el extendimiento de la causa del Redentor de la tierra. Una actitud de generosidad caracteriza a una persona que ha comprendido la gracia y el regalo de Dios en Jesucristo.



Génesis 14:20; levítico 27:30-32; Deuteronomio 8:18; Malaquías 3:8-12; Mateo 6:1-4; 19:21; 23:23; 25:14-29; Lucas 12:16-21,42; 16:1-13; Hechos 2:44-47; 5:1-11; 17:24,25; 20:35; Romanos 6:6-22; 12:1,2; 1 Corintios 4:1,2; 6:19,20; 16:1-4, 2 Corintios 8 y 9; 12:15; Filipenses 4:10-19; 1 Pedro 1:18,19

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